Historia de Villargordo

Villargordo es una localidad perteneciente al municipio de Villatorres, en la provincia de Jaén. Fue municipio independiente hasta 1975, cuando se llevó a cabo su fusión con las localidades de Torrequebradilla y Vados de Torralba, para formar el municipio de Villatorres que está integrado en la Comarca de La Loma y Las Villas. 

Los hallazgos arqueológicos localizados en el término municipal de Villatorres testimonian la presencia humana desde época Neolítica (3.000 a C.). Antes de llegar a Villargordo, junto al antiguo camino, se encuentra el cerro de La Pedriza, con restos de un recinto íbero-romano. De la necrópolis localizada en el Cortijo de la Chica, procede una urna funeraria, que apunta al alto nivel jerárquico del personaje ibérico aquí enterrado. Actualmente esta urna funeraria se encuentra en el Museo Provincial de Jaén.

Durante la Segunda Guerra Púnica estas tierras fueron escenarios de batallas entre los cartagineses y los romanos, al situarse como tierra de frontera entre ambos bandos. 

Villargordo, tras la conquista cristiana aparece como núcleo Realengo, dependiente de Jaén, con su propio Concejo. Al ser declaradas las tierras de Villargordo como realengo esto significaba que ningún feudal podía poseerlas. Posteriormente se anexionó a Villardompardo por la merced que hizo Enrique IV en el año 1457 en favor del condestable de Castilla, don Miguel Lucas de Iranzo, con motivo de su boda con doña Teresa Torres, heredera de Villardompardo. 

Durante la Edad Moderna Villargordo tuvo gran importancia ganadera porque era paso del ganado y por las extensas zonas dedicadas a pasto.

Durante la segunda mitad del siglo XVI se vive una época de gran prosperidad, en la que se termina de edificar el templo y la Iglesia del lugar de Villargordo o “Villalgordo” como aparece en otros documentos referidos a litigios de la época. 

El lugar de Villargordo es un gran latifundio dependiente de los Villardompardo, con terrenos arrendados a pecheros y que producen principalmente cereal dominando el trigo que es conservado en las grandes alquerías de la calle “El Santo”. La población se asienta de una manera diseminada, aunque comienzan a agruparse en el núcleo urbano central que se va configurando con la recién construida capilla e iglesia donde se agrupan hornos, fuentes públicas y lavaderos públicos.

Aunque demográficamente no se puede establecer un número exacto sí se puede afirmar que a pesar de las grandes diferencias sociales las “hambrunas” de las épocas de 1555 – 1557 no mermaron la población.

Era costumbre de las casas de la nobleza, la construcción de iglesias y capillas regidas por clérigos que dirigen la propia fábrica de la capilla y cobran los diezmos en las casas de tercia como podemos intuir por la continuidad de este nombre en una calle cercana a la Parroquia, actual calle La Tercia y la existencia de un solar derruido perteneciente aún a la propiedad eclesial.

Fuente: Wikipedia, www.pueblos-espana.org